Veracidad en vez de revelación
Sobre el humanismo, agnosticismo y la incapacidad de discurso “de los
religiosos"
Dr. Michael Schmidt-Salomon (1994)
La historia de la humanidad –
una historia de la inhumanidad. No pocos creen, que la impiedad es la
característica primordial del ser humano. No hay que ser cínico, para llegar a
este juicio de espeto paradójico. ¿Pero cuáles son las razones del evidente
despliegue de la crueldad humana? ¿Por qué todos estos asesinatos y torturas?
¿Por qué todos estos crímenes brutales al hombre y a la naturaleza, sobre los
cuales los noticieros y los diarios informan aumentando su circulación?
Numerosos trabajos, que se ocuparon con este tema, proporcionaron interesantes
hipótesis. Sin embargo, un aspecto importante no recibió la atención necesaria.
Un aspecto, que en primer término parece algo descabellado, pero que al mirarlo
más de cerca llega a tener una importancia central.
Una gran parte de las
numerosas inhumanidades históricas y del presente pueden ser entendidos como
epifenómenos de una evaluación epistemológica errónea y en su mayoría
irreflexiva: La falsa creencia que presente en todas las religiones, de estar
en la posición de la verdad universalmente válida, más exacto: Ser dueños de
esta verdad. La construcción de una intersección, posibilitada por una
revelación entre el “mundo del allende en si mismo” y “el mundo del ser humano” fue
una causa epistemológica, para millones de asesinatos. En la historia de la
humanidad casi no existió una idea, que provocó tanto dolor y miseria,
cómo la idea religiosa, que la verdad absoluta (Dios, destino, etc.),
independientemente del ser humano, existe y que puede ser proporcionado por
revelación a seres humanos escogidos.
Franqueza
y revelación se excluyen entre sí. Religiones reveladas potentes sólo conocen –
si se les deja espacio libre – muchas veces sólo una máxima, el trato con
distintos pensantes: ¡Vas a creer en ello – o tendrás que cree en ello! Una
máxima, que no sólo fue aplicada en firma brutal durante las cruzadas. En los
años cuarenta de este siglo, cómo es sabido, cientos de miles de serbios y
serbias “tuvieron que creer en ello”, porque no quisieron convertirse al
catolicismo. La brutalidad del régimen estrictamente católico de Ustasha a la
sazón, apoyado por el Vaticano incuso chocó incluso a los no muy sentimentales
de la SS.
De
las casi 50 guerras anuales, que se llevaran a cabo en el mundo, según declaraciones
de la “Stiftung Entwicklung und Frieden” (Fundación
para el desarrollo y la paz) casi la mitad fueron religiosamente motivados y en
muchos casos se destacaron por una especial brutalidad. ¿No habría aquí –
debería preguntarse – un campo de tarea para los movimientos pro paz que se
quedó medio dormido en os últimos tiempos? Algo exagerado: ¿No se debería
cambiar por fin la vieja disputa por “zonas libres de armas atómicas”, por una
nueva disputa por “zonas libres de religiones”? ¿A caso no aclara más la larga
historia de los súper desastres religiosos, que el riesgo religiosos restante
es demasiado alto? ¿Es posible una paz mundial sin un desarme religioso?
La hipótesis
de las canoas de agua lluvia
En
esta parte de la argumentación regularmente aparece la objeción: Toda
injusticia que sucedió y sigue sucediendo en el nombre de la religión, no es
atribuible a la “religión como tal”, a la creencia de un poder superior revelado,
sino a criminales que se apoderaron injustificadamente de convicciones
religiosas y que aprovecharon estas en forma desvergonzada para sus propios
intereses. Este argumento recuerda a Ramakrishna, quién a la pregunta por qué
se degeneran las religiones, habría respondido, que el agua de lluvia que es
pura, pero que si el techo y las calles están sucios, las habría recorrido,
pierde su claridad original. Esta “hipótesis de las canoas de agua lluvia”, es
defendida por muchos, pero es falsa: Puesto que la inhumanidad no es una
perversión casual de la religión, la inhumanidad es constitutiva de la Religión, es la raíz propiamente tal de la religión.
Esto
queda claro, si nos visualizamos lo que caracteriza una religión en el nivel abstracto:
las religiones son sistemas de cosmovisiones, que se basan en un conjunto de
sentencias sobre la estructura del “mundo en sí mismo”, del cual se derivan frases
del deber (Sollsätze) para el “mundo humano”. El acoplamiento de frases del ser (Seinssätze) sobre el “mundo
en sí mismo” con frases del deber, para el “mundo del ser humano” es constitutivo par
la religión. Es la base de cada religión. Un fundamento epistemológicamente
insostenible, y que también contraviene fundamentalmente contra las reglas del discurso,
contra el principio de la equidad. Para entender este argumento un pequeño inciso epistemológico.
Una cancelación al
Olimpo
Uno
de los más grandes e importantes logros de la razón crítica es el conocimiento de la naturaleza constructivista
de nuestra concepción cosmológica y a la ella atada cancelación al Olimpo. La
razón humana se ha vuelto más modesta.
Ya no afirma de poder conocer al mundo desde la perspectiva olímpica, ella sabe
que no está en condición de poder hacerlo, puesto que ella misma construye “al
mundo” en forma antroporelacional. El núcleo de esta razón se puede
expresar en una única frase, tener esto en consideración debería ser la primera
obligación de todos los ciudadanos del mundo: Nosotros no podemos percibir el
mundo, cómo existe independientemente de nuestra percepción.
Si esta frase fuese cierta (y yo no conozco
ninguna refutación racional a ella), entonces esto significa, que el acceso
asegurado a este “mundo en sí mismo” (Un mundo desligado de nuestras
percepciones) estaría cerrado por todos los tiempos, y que el púnico mundo, sobre
el cual podemos tratar en forma justificada, es el “mundo del ser humano”, una construcción
humana, de la cual sólo sabemos, que en los combates de la evolución, ha demostrado ser existencialmente significativa.
Si y en qué medida esta construcción concuerda con el “mundo en s mismo”, no es
posible determinar, porque nosotros, como seres humanos, no tenemos criterios
para esta determinación.
Esto ahora no significa que es innecesario o imposible
hacer declaraciones sobre el mundo en el cual vivimos Más bien, esto significa
que en el diario vivir y en la ciencia debemos partir del mundo experimentado,
que no podemos evitar observar al mundo desde la perspectiva de nuestra existencia
como humanos. Determinante no es entonces la “verdad del allende” de modelos
mundiales, sino su “cualidad de aquende”. No se trata de la cuestión: ¿Es
cierta o falsa la construcción de la realidad "en sí mismo"?
– sino si se adapta o no a nuestro
derecho a la vida. Este es el único criterio, que
poseemos para diferenciar justificadamente para decidir e entre modelos de realidad
buenos o malos.
Naturalmente las religiones, según las definiciones
arriba mencionadas, no quieren saber nada de una tal limitación sobre la
perspectiva humana. Para poder seguir existiendo, tiene que afirmar, estar en
la posición de tener criterios más elevados para la diferenciación, deben seguir
reclamando para sí - a pesar de todos los
argumentos – el acceso a las perspectivas olímpicas. Esto significa: Tienen
que continuar proveer a sus modelos mundiales humanos con otros criterios, que
los criterios de calidad de los humanos (Por ejemplo, voluntad divina, ley del
cosmos, etc.). Con esto cometen un terrible fraude de etiqueta, que lleva a una
“competencia desleal de ideas”. En esta parte, a
partir de las
tonterías epistemológicas, que es la base de las religiones, se llega a una violación del principio de la equidad.-
Religión y discurso
La
idea del discurso, el concepto del “dialogo libre de dominio”, tiene como
precondición del pensar la suposición, que los deliberantes argumenten entre
ellos en niveles de discusiones equitativos. La aceptación de la paridad de las bases de los argumentos es una
precondición necesaria del consenso deseado. La reclamación religiosa de la reivindicación de la verdad del
revelado “mundo en sí mismo” es una transgresión fundamental contra este
principal básico del discurso, puesto que el hombre
religioso, al contrario
del hombre no religioso, no sólo usa los argumentos que
existen en el mundo humano (Que están equilibrados entre si y que pueden ser
modificados), él además usa argumentos, que según sus pretensiones, pertenecen a un nivel más elevado (que no pueden ser abolidos por argumentos humanos). Mediante este
reforzamiento pseudo trascendental de sus
argumentos, esta persona religiosa se hace argumentativamente intocable. El
está por encima de las cosas, habla sobre enfoques superiores. Consecuencia: Él
se sobrepasa a sí mismo, toma ventaja y rebaja a sus interlocutores no religiosos,
quienes en las discusiones, no juegan con naipes marcados.
Aquí
es importante destacar, que
la señalada violación del
principio de
la equidad – contra la humanidad de la comunicación – es independiente de la
calidad de los contenidos - que por lo demás defiende el
hombre religioso en la argumentación. (Teólogos con pensamientos humanistas
emancipados reciben el reproche, que el punto de partida de su argumentación
contradice absolutamente las metas por
ellos pretendidos. El fundamento de su humanidad proviene de la inhumanidad
radical, de la desconsideración de las raíces humanas de la construcción de
la realidad). En este punto se muestra cuán poco coherente es la “hipótesis de
la canoa de aguas lluvias”: La inhumanidad de la religión realmente no es un
resultado casual de intereses profanos de historiadores. Por esto no es de
extrañar, que el modelo religiosos de la realidad, que en la fundamentación
teorética pasa arrogantemente por encima de lo humano, practica esto
constantemente en su actuar social. La idea fundamental de la religión ya es el
problema en sí. Esto se hace notorio en el fenómeno del fundamentalismo
religioso.
La crítica agnóstica
del fundamentalismo
Es sabido, que los fundamentalismos
religiosos, en el momento están en auge a un grado increíble. Las razones son
evidentes: Se necesitan sistemas de legitimación, para las numerosas batallas de sangre,
que sólo parecieran tener sentido en las relacionéis religiosas. A demás la pluralidad
postmoderna en los lábiles paraísos capitalistas del consumismo crea una presión
selectiva en dirección al dogmatismo premoderno. Muchas personas están – para hablar
en términos de Habermas – sobrepasados por la “nueva complejidad” del principio
“Anything goes“. Pequeños
modelos cósmicos dogmáticos, fáciles de
abarcar, libres de todo tipo de dudas, se ponen cada vez más atractivos. Es de temer,
que – en especial en tiempos de crisis económicas – el fundamentalismo religioso
también podría ganar poder masivamente en nuestras latitudes. Este peligro también
es reconocido por parte de los
religiosamente progresivos y no pocos pueden informar, que el combate contra el
fundamentalismo pueda ser determinante sobre el futuro de nuestra especie. Con
esto hay que estar de acuerdo. El desmentido sólo aparecerá, cuando se toma el
acuerdo, en qué momento debe comenzar la pugna.
Según mi opinión, el fundamentalismo religioso sólo es posible combatirlo, cuando se la toma por las raíces: La raíz del fundamentalismo es la usanza religiosa del “mundo en sí mismo”, que en principio hace imposible toda forma de argumentación humana. Es interesante que esta usanza no sólo las encontramos en las religiones teístas. Incluso la contraparte aparentemente anti-religiosa, el ateísmo teórico, emerge de la usanza religiosa del “mundo en sí mismo”, puesto que afirma, que Dios “en sí” no existe. También esto es un intento un justificable, de apoderarse del “mundo en sí mismo”. El ateísmo teórico, como tal, no es una alternativa al dilema religioso. Una real alternativa a la religión solo lo ofrece el agnosticismo, que se niega hacer declaraciones sobre el “mundo en sí mismo”, porque acepta la limitación epistemológica – humana – de nuestras construcciones de la realidad. El agnosticismo es por lo tanto, la base epistemológica de cada humanismo sincero.
Si
Dios existe o no, desde el punto de vista del agnosticismo da lo mismo, ya que es
indecidible. Nosotros no podemos, no debemos, de acuerdo a todos nuestros conocimientos,
hacer una declaración sobre esto. En cambio debemos deliberar cómo repercuten
las diversas construcciones humanas de Dios sobre la vida de los humanos. Aquí
el agnosticismo, en vista de la incapacidad de discurso del teísmo, debe adoptar
la imagen del ateísmo práctico en el sentido de Feuerbach, quien en el preámbulo
al tomo I de sus “Sämtliche Werke” escribió: “Aquel que no sabe nada más de mi
y dice: o soy un ateo, este no dice ni sabe nada sobre mí. La cuestión si hay o
no un dios, lo contrario de teísmo y ateísmo, pertenece al siglo dieciocho o diecisiete.
Yo niego a Dios, para mí significa: Yo niego la negación del ser humano, yo pongo
en el lugar de lo ilusorio, fantástico, posición celestial de ser humano, lo
cual en la vida real llega a ser la negación del hombre, en consecuencia
también la posición social y política del ser humano. La cuestión de la existencia
o no existencia de Dios, donde mí es sólo la pregunta por la existencia o no existencia
del ser humano”. [Traducción libre mía].-
Después
de esta posición de Feuerbach, la discusión hoy no debería recaer. Que lo hace a pesar de
esto, es extremadamente trágico, ya que sólo una confesión ilimitada hacia la
posición ideológica del agnosticismo permite una argumentación coherente contra
el fundamentalismo. Sólo la comprensión de la limitación de la construcción de
la realidad humana podría posibilitar, que finalmente caigan las limitaciones religiosas
de la razón. Sólo la consecuente orientación humanista del agnosticismo podría
evitar, que la papilla venenosa de la putrefacción religiosa siga inundando ominosamente al globo. Yo sigo manteniendo: ¡Sin un
desarme religiosos, una paz mundial no es posible! Sólo un masivamente empañado
ojo por el allende, no podría ver, que los asesinatos en masa en la ex Yugoeslavia,
en Israel, en áfrica del Sur, en Irlanda, sin el explosivo religioso barato no
sería pensable.
Lo que Karlheinz Deschner reclamaba para el cristianismo, en vista
de los días mundiales para todas las religiones exigir: Ellas ya no necesitan a
más reformadores. No necesita a desarrolladores. Estas palabras quizás suenen duras e hirientes, no sólo para oídos religiosos
consecuentes, pero están – cómo pienso - adecuadas, ya que no es apropiado, escarbar temerosamente
con el mondadientes en los problemas,
cuando las condiciones exigen la máquina demoledora. Sin embargo: La severidad
de la polémica podría llevar a mal entendidos, que quisiera evitar con el
siguiente relativo escarbar temerosamente
con el mondadientes en los problemas.
Relativizaciones necesarias
1.
La declaración, que el ser humano religioso no es capaz para el discurso, no
significa, que personas, que se consideran religiosos y que se confiesan con una
religión revelada, fudamentalmente no estén capacitados para el discurso. Ellos
sólo son incapaces para el discurso,
cuando proveen a sus argumentos con apoyos religiosos. Por suerte muchas personas
creyentes (tampoco los religiosos profesionales) no son religiosas las 24 horas
del día, en el sentido de arriba, sino sólo en sus horas de debilidad de
razonamiento. El reproche de la generalizada incapacidad de discurso sólo recae
sobre el tipo ideal del hombre religiosos, no a la realidad de los creyentes vivos.
2.
La propugnación del desarme religiosos, naturalmente no es equivalente con el
alegato para una prohibición de las religiones. Para prohibir a las religiones
es un emprendimiento que denigra al ser humano, puesto que no deroga la inmadurez,
que es la base para la religión, sino que la exacerba. Las religiones sólo
pueden ser abolidas mediante el razonamiento y no por ley.
3.
El combarte contra las religiones no significa combate contra todo, lo que fue despojado
y bregado por las religiones. (Algunos de
los mayores logros y resultados culturales de nuestra especie son, como es
conocido, obtenido en el contexto religioso). Aquí separar cuidadosamente lo
útil para la vida de lo hostil para la vida y no tirar al bebé con
el agua del baño.
4.
La renuncia a argumentaciones religiosas no significa, que las cuestiones
básicas trascendentales, que las religiones pretendieron responder, ya no pueden
o deben ser formuladas. Pareciera que fuese una necesidad humana fundamental de
sobre pasar los límites empíricos del cosmos diario, para sentir el “sentimiento
oceánico”, la “experiencia flow”, la “abolición de todas las barreras del yo”. Esta
necesidad por la mística no puede ni debe ser eliminada por la racionalidad.
Más bien hay que encontrar nichos, en los cuales estas necesidades pueden satisfacerse,
sin que exista el peligro, que de estas, emocionalmente importantes pero no
abarcables experiencias místicas, nazcan nuevas meta-cuentos religiosos. En
otras palabras: De la mística, del sistema de cuestaciones, no debe surgir una
religión, un sistema social relevante de respuestas. Por esto es conveniente
que fuera de estos nichos existe una abstención trascendental. O – como lo formuló
Adorno: “Una extrema ascética frente a cada creencia revelada, una máxima fidelidad a la prohibición de imágenes, mucho más allá lo que una vez in situ se pensaba”.-
Yo llego a la conclusión: En el marco de este ensayo cabe señalar, que la
idea religiosa de una verdad absoluta, por una revelación experimentable es
epistemológicamente una tontería, y que también contraviene el principio de la
equidad. Que nadie diga, que aquí se trata de sofismas académicos, que en vista
de la amenaza ecológica de la global fuesen irrelevantes. Naturalmente es
discutible, que nuestras reivindicaciones a una vida digna en el futuro, también
está en peligro sin religiones reveladas (gracias una desenfrenada explotación
de los sistemas económicos). Pero – y aquí se legitima la agudeza del ataque expresado al sistema de cosmovisión “religión”.
Para obtener un cierto el control de la casi inmanejable tarea, que se nos
viene encima, primeramente deben ser abolidas. El reto del futuro exige de
nosotros una cosa: Veracidad en vez de revelación.
Traducido del alemán por A. Gundelach con la
gentil autorización de su autor
No hay comentarios.:
Publicar un comentario